Por qué crecen los casamientos o uniones civiles en mayores de 65 años
Observamos que, aunque muchas personas se separan, otras optan por una "segunda vuelta" en el amor. Este fenómeno no se limita a la búsqueda de una nueva familia, sino que se trata de encontrar compañía y salir de la soledad. La encuesta que realizamos reveló que el amor no tiene edad, y que puede surgir en cualquier momento de la vida.
Un dato que me llamó la atención es el aumento de matrimonios y uniones civiles entre personas mayores de 65 años en Buenos Aires. Esta tendencia sugiere que, a pesar de haber convivido durante años, muchos deciden formalizar su relación. Las razones detrás de esta decisión son diversas: algunos lo hacen por amor, otros por cuestiones prácticas como el orden legal y la herencia.
El diario La Nación ha documentado varios casos de parejas que, tras años de convivencia, eligen casarse. Muchos de ellos argumentan que quieren dejar todo en orden, lo que me hace reflexionar. Aunque la idea de que el matrimonio en esta etapa de la vida podría no ser por amor parece desalentadora, he encontrado que, en el fondo, sigue existiendo un deseo de revalidar el vínculo amoroso.
Las parejas mayores a menudo buscan evitar conflictos familiares y asegurar que sus deseos sean respetados tras su partida. Esto me hace sentir un poco más tranquilo, ya que, aunque hay un componente práctico, también hay un fuerte deseo de amor y compañía. En esta etapa de la vida, el amor puede ser más simple y directo, sin las complicaciones que a menudo acompañan a las relaciones más jóvenes.
La conversación también ha generado opiniones encontradas entre nuestros oyentes. Algunos sostienen que el matrimonio en la madurez es más por cuestiones de herencia y orden, mientras que otros defienden que, a pesar de los años, el amor sigue presente. La realidad es que cada relación es única y tiene sus propias dinámicas.
Así que, en este contexto, me quedo con la idea de que el amor, en todas sus formas, sigue siendo un motor poderoso en nuestras vidas, sin importar la edad. Es un recordatorio de que, al final del día, todos buscamos conexión y compañía, ya sea a los 20, 50 o 80 años. Y eso, en sí mismo, es un motivo para celebrar.
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